Como cada viaje que hacemos, en el que hemos hecho en julio a Cantabria teníamos un objetivo principal. En esta ocasión el pequeñín que Eneko quería bimbar es un habitante de los farallones rocosos de las partes más altas de las montañas de la Cordillera Cantábrica. Para poder verlo hay que llegar a cotas muy altas y buscarle en las paredes calizas mientras vuela como una mariposa en busca de los insectos. Nosotros fuimos a la parte alta de Fuente Dé en su búsqueda.
Llegamos pronto a la estación superior del teleférico y empezamos a caminar hasta las zonas más altas, donde están las paredes que les gusta al treparriscos (Trichodroma muraria). Durante el paseo de subida vimos ya las especialidades de alta montaña del lugar (ya os lo contaré más adelante) y nos plantamos en las enormes paredes de la senda que lleva a los Horcados Rojos. Prospectamos la enorme superficie donde esta maravilla tiene sus zonas de reproducción cada 50 metros durante unos minutos en busca del ave de este año.
Cerca ya de la zona de lagunas me detuve en un movimiento en las rocas. El pajarillo se posó y el corazón arrancó. Cuando hizo el primer vuelo el corazón se salió y nervioso avisé a Eneko que no tardó en localizarlo. Saltos, abrazos y celebraciones hicieron que los senderistas nos mirasen extrañados e incluso nos preguntasen cual era la razón de ello. La mayoría no hizo conocía a este precioso pajarillo tan emblemático en el que se encontraban pero creo que notaron lo maravilloso del momento.

Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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