Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.
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domingo, 12 de mayo de 2024

EL MOMENTO DEL PECHIAZUL

 La primavera tardía trae uno de los momentos mágicos del pajareo. El pasado fin de semana, dentro del curso de aves que realiza la Diputación de Ávila año tras año (y ya van 10) me tocó acompañar al grupo de pajareros a la plataforma de Gredos con la idea de disfrutar de las aves de alta montaña, de las que les hablé en la ponencia del viernes, y sobre todo con el objetivo de disfrutar del Ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica) en el momento álgido de su cortejo.

La mañana estaba fría y amenazaba con que la niebla cubriese las montañas y nos impidiese al menos buscar al más bonito de las sierra abulenses. En este mes de mayo los machos de pechiazul, después de regresar de sus cuarteles de invernada, aprovechan lo alto de los piornos donde la pareja establece su nido, para cantar  y mostrar la preciosa medalla azul que le da nombre. Con la ilusión de muchos de verlo por primera vez, y de los demás de reencontrarnos con esta maravilla, nos apostamos en los piornos. El viento hacía difícil que las aves saliesen del abrigo de los arbustos y corría el tiempo sin que viésemos más allá que algún vecino del más deseado. Nos cambiamos de masa de piorno y apareció la primera y fugaz, observación de un macho que salió volando, mostrando su preciosa cola rojiza, antes de posarse en la alto durante unos segundos para desaparecer. Ya estaba visto pero solo por algunos de nuestros acompañantes, y eso es algo que cuando guías un grupo deja mal sabor de boca. Había que insistir.

A lo lejos vimos otro pero no era una observación buena así que decidimos cambiar de nuevo y el momento quedará grabado en la mente de todos los que pudimos vivirlo. Eneko fue el que dio la voz de alarma. Un preciso macho estaba cantando en lo alto del piorno. Todo el mundo prismático a los ojos, creyendo que la observación sería fugaz pero nada más lejos de la realidad. Se mantuvo varios minutos para que todos los disfrutasen de manera inolvidable. Eneko le pudo captar en todo su esplendor a pesar del día.









Poco antes el protagonismo lo tuvo otro de los deseos de ese día. Ya habíamos visto un macho de roquero rojo en la zona de calzada pero estaba muy lejos para disfrutarlo. En esta ocasión la observación fue inmejorable pues pudimos ver al macho y la hembra sobre uno de los roquedos en los que les gusta estar, apostados en lo alto vigilantes ante cualquier insecto que se mueva entre la hierba de las partes bajas. El macho tuvo la curiosidad de acercase al lugar donde estábamos para que viésemos el precioso patrón de color que tiene y que le hace ser uno de los más vistosos de la alta montaña



El más abundante de todo el recorrido que hicimos fue, como suele ser habitual en esta ruta, el acentor común (Prunella modularis). En cualquier punto de la subida, desde el propio parking, pasando por la calzada, las rocas que acompañan la subida o los piornos donde buscábamos al pechiazul aparecía este pajarillo de tonos grises . Son muy confiados y se suelen mostrar sin pudor, cantando sobre los arbustos. Un poco menos pero también numerosas fueron  las collalbas grises (Oenanthe oenanthe) que volaban a nuestro paso de roca en roca .













Termino con uno de los sonidos de Gredos y de muchas de las sierras abulenses. Llegados no hace mucho de sus viajes lanzan al aire su sonido los preciosos escribanos hortelanos (Emberiza hortulana) antes de descubrir su espectacular patrón facial con la cabeza gris y el anillo ocular y bigotera de un amarillo destacado. Les gusta subirse a lo alto de las rocas y, mirando hacía el cielo por el que vuelan, lanzar su metálico canto.



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Saludos abulenses

lunes, 21 de agosto de 2023

EL SONIDO DEL VERANO EN GREDOS

 Una de nuestras salidas obligadas en verano es la Sierra de Gredos y aunque otros años la hacía a principios de julio este año la he tenido que dejar para los primeros días de agosto. Este año Eneko quería disfrutar de los bisbitas alpinos (Anthus spinoletta) que crían en los prados por donde discurren los arroyos y ríos de la zona montañosa por excelencia de la provincia mientras que yo quería ver si podíamos ver alguno de los quebrantahuesos que se mueven por la Sierra. Pudimos cumplir uno de los dos y el que vino más contento fue Eneko pues en el entorno de Prado Pozas pudimos ver dos spinoletta.



Pero la mañana estuvo muy  entretenida  por los paseriformes que fuimos viendo en nuestro paseo que nos llevó primero a Prado Puerto y más tarde a Prado Pozas. Nada más arrancar aparecieron los más confiados del lugar. En el mismo aparcamiento y en la subida por la calzada los acentores comunes (Prunella modularis) no paraban de recorrer las rocas y asomarse entre la vegetación alguno tan confiado que apenas nos separaban un metro de alguno de ellos. En los roquedos que jalonan la subida pudimos ver al espectacular roquero rojo (Monticola saxatilis) volado ante nosotros primero una hembra y después disfrutando de un colorido macho en los farallones de granito gredense. 

Acentor común (Prunella modularis)

Roquero rojo (Monticola saxatilis)

En los piornos que hace unos meses lucían el manto amarillo que cubre la Sierra buscamos al ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica) sin éxito en el primer momento pues volaban por las ramas los omnipresentes acentores y una curruca zarcera. Tras pasar por Prado Puerto y emprender la bajada paramos para disfrutar de un grupo de cabras montesas y ahí fue donde apareció un precioso macho que salió de la seguridad de las ramas para ponerse a la vista. La pena fue que las fotos están desenfocadas.


Pero el que más nos hizo disfrutar empezamos a oírlo según ascendíamos entre las rocas de la calzada. Lo seguimos escuchando en la zona donde están los antiguos remontes y lo vimos a placer cerca de Prado Puerto. Tienen un canto muy llamativo, como una especie de sonido metálico, que resuena entre las rocas y el cervunal antes de descubrir al precios escribano de tonos anaranjados, cabeza grisácea y bigotera amarilla. Fueron varios los escribanos hotelanos (Emberiza hortulana) que vimos en varios puntos de nuestro recorrido. Ese canto de mediados de verano parece una despedida pues pronto emprenderán el viaje que los llevará a tierras africanas dejando las altas montañas vacías de un sonido que en unos mese volverá a resonar entre las laderas abulenses.








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martes, 26 de julio de 2022

VISITA MONTANA ANTES DE VIAJAR

 Y de vuelta de un maravilloso viaje familiar a tierras coruñesas, ya iré subiendo lo que ha dado de sí en lo ornitológico, toca retomar las cosas y entre ellas continuar contando nuestras salidas pajareras. Antes de marchar a Galicia, e incluso unos días antes que el viaje extremeño que ya os conté, fuimos a una zona de media montaña con la idea de disfrutar de las especies que se reproducen en ese hábitat de roca, matorral y laderas herbáceas con el objetivo de ver al macho de Roquero rojo (Monticola saxatilis). Este habitante del granito serrano es una de las especies típicas de las altitud donde muestra su colorido plumaje en las atalayas que forman las moles rocosas. En esta salida pudimos ver como el territorio habitual estaba ocupado por la pareja y el macho hizo gala de sus colores mientras la hembra trataba de pasar más inadvertida. Pronto marcharán en su viaje y es un gusto disfrutar de ellos.




Pero además,  la media montaña abulenses está plagada de pajarillos. Mientras descansábamos y tomábamos algo un preciosos escribano se puso muy cerca de nosotros. A pesar de ser un ave granívora traía en el pico algunos insectos, lo que nos confirmó que, no muy lejos, estaban esperándole sus pollitos para recibir esa proteína que en ese momento tan crucial es para ellos. Decidimos movernos un poco para no molestar y dejar que la nueva generación de escribanos hortelanos (Emberiza hortulana) salga adelante y en años venideros sigan llenando esa Sierra con su bigotera y su característico canto.








Las collalbas rubias (Oenanthe hispanica) son otro de los moradores de la zona y lo son en muy buena cantidad pues no dejamos de ver ejemplares a lo largo del recorrido que hicimos. A pesar de que los más numerosos eran los machos con su blanco anaranjado y su cara negra , fue una hembra la que más se acercó a nosotros cuando se posó a escasos metros cuando seguíamos el camino. 








Antes  de marchar nos despidieron la terreras comunes (Calandrella brachydactyla) sobre las rocas donde no suelen fallar.



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Saludos abulenses