Este año he cambiado de lugar de trabajo. Deje la preciosa Sierra de Ávila para ir a otro precioso lugar, el Valle Ambles, donde la Paramera se alza en su punto más alto y donde el Adaja comienza su viaje hacia el Duero. Precisamente en los remansos de este río, a su paso por el Fresno podemos disfrutar de un trio de ardeidas, o garzas, mientras acechan a los peces o anfibios que han quedado acantonados en estos pocos puntos de agua tras una época de pocas lluvias.
Hasta tres ejemplares juntos de Garceta Grande he visto, hoy, merodeando por el propio pueblo. Además se dejan ver relativamente cerca antes de volar hacia otra poza para seguir escudriñando el fondo del agua. Esta gran garza, antaño rareza, se ve por toda la geografía en época otoñal e invernal, aunque una de ellas lleva desde el verano por aquí.
También podemos ver a su prima pequeña, la Garceta Común. Es una habitual de esta tramo de río donde mueve el fondo con sus patas tratando de sacar de su escondite al pobre que se llevará a su pico. Esta garza de mediano tamaño se deja ver todo el año, no en vano cría en una pajarera en las cercanías de la capital.
Otra habitual de ese tramo del Adaja es la Garza Real, la cual comparte la pajarera con la anterior, junto a Garcillas Bueyeras y Cigüeñas Blancas. De tamaño similar a la Grande destaca, sobre sus tonos grisáceos, la cabeza blanca con dos líneas negras.
Acompañándolas, desde lo alto de los chopos, un joven de Cormorán Grande hace de vigía.
Gracias por seguir el blog
Saludos Abulenses
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