Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.

lunes, 21 de mayo de 2018

EL SONIDO DEL ADAJA

Muchas veces nos pensamos que tenemos que salir de la ciudad para poder disfrutar de la naturaleza. Esa idea cae por su propio peso cuando nos paramos en algún parque o a orilla de Adaja y, en silencio y observando, escuchamos o vemos la vida que por allí se mueve. Esto lo estamos disfrutando Eneko, Elia y yo cada semana ya que , al menos un día paseamos por el entorno del Adaja buscando los sonidos de esta artería de vida abulense. Hoy tocan cuatro moradores de la primavera y verano en el sotobosque y que están recién llegados de sus zonas de invernada.

La primera es la más sencilla de las currucas, Pese a no contar con un anillo ocular rojo, con una bigotera blanca, con una "boina de color" o con la cabeza negra, es un ave precioso de tonos ocres, con las partes inferiores blancas y una cara muy amable. Esta Curruca Mosquitera (Sylvia borin) andaba afanada en busca de los insectos que la dan nombre mientras Eneko y yo disfrutábamos de ella a escasos metros
Curruca Mosquitera (Sylvia borin)

Curruca Mosquitera (Sylvia borin)

Curruca Mosquitera (Sylvia borin)

Curruca Mosquitera (Sylvia borin)

Curruca Mosquitera (Sylvia borin)

Curruca Mosquitera (Sylvia borin)

Otro de los protagonistas del Adaja a su paso por la capital es el más polifónico de todos los que pueblan los fresnos y sauces del río. Escondidos en los matorrales les oímos constantemente aunque solo en alguno ocasión se deja ver con claridad. Las únicas visiones suelen ser los tonos rojizos de la cola cuando uno de ellos sale volando para ocultarse de nuevo. Pero este Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) se posó en una rama para ponerse a cantar sus dominios al resto de ruiseñores. Momento que pude disfrutar de él.

Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)

Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)

Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)

Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos)

El tercero es el que más busco en mis paseos por el Adaja. Es un pequeñín que tienen un canto muy agudo y ese canto es el que hay que tener en cuneta para verlo pues suele estar metido entre la maraña de ramas y hojas de los árboles. Una vez detectado no cabe más que pararse a disfrutar de su preciosa anatomía, con un antifaz negro sobre una cabeza azulada y un dorso rojizo. Otra de las peculiaridades del Pájaro Moscón (Remiz pendulinus) es su elaborado nido, con forma de huevo y una especie de tubo de entrada, que cuelga sobre una rama. 

Pájaro Moscón (Remiz pendulinus)

Pájaro Moscón (Remiz pendulinus)

Pájaro Moscón (Remiz pendulinus)

El cuarto, y último pajarillo, es otro de los enanitos del bosque. Llegado también de tierras africanas, llena el sotobosque con su repetida sílaba que hay que escuchar antes de buscar su tripa blanca entre el verde de los árboles. El Mosquitero Papialbo  (Phylloscopus Bonelli) es abundante en el cauce del Adaja y suma su sonido al del resto para crear una sinfonía que recarga de energía para toda la semana.

Mosquitero Papialbo  (Phylloscopus Bonelli)

Mosquitero Papialbo  (Phylloscopus Bonelli)

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