Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.

lunes, 7 de octubre de 2024

EL PASO DE ABEJEROS POR EL ESTRECHO

Seguimos con lo vivido este verano del que apenas nos acordamos. Además ahora que una tendinitis me tiene en el dique seco pajarero (que mal llevo no poder echarme el telescopio al hombro y los prismáticos al cuello) aprovecho para publicar lo que tenemos en el cajón. Volvemos al Estrecho a finales de agosto.

Cuando le conté a Eneko lo que preveíamos ver los días que pasamos por Pelayo (entre Algeciras y Tarifa) su primera pregunta fue" Papá, si que veremos abejeros, ¿verdad? y ante mi asentimiento completó con  "y tu crees que veremos algún abejero cerca". Hasta este viaje Eneko  tenía la sensación de haber visto a estas espectaculares rapaces a gran distancia y no haberlas disfrutado como habría querido. Y vaya si los vimos.


Un viaje al Estrecho a finales de agosto es algo inexplicable y solo si lo has vivido eres capaz de disfrutar su grandiosidad. Es una vivencia de  las que no olvidas pues este punto del suroeste europeo es un gran embudo que recoge todas las aves del occidente del continente en su viaje hacia África. Por allí pasan cientos de miles de aves planeadoras que tratan de superar los 14 Km que separan Tarifa del otro lado del charco, ya en tierras marroquíes. 

Si hablamos de calidad de observación nada como el punto de observación de Tráfico los días de viento de levante. Allí, en compañía de Alex Onrubia (un enorme conocedor de la migración y amabilísimo pajarero) pudimos vivir algo inolvidable. Por allí, a escaso metros de nosotros, pasaban sin cesar decenas de abejeros europeos. Tan cerca pasaban que podíamos ver su precisos ojo amarillo y ese plumaje tan variable como bonito. Tal fue el disfrute que las horas que estábamos allí, rodeados de pajareros de todos los lados, que se pasaban como si fuesen minutos. 





















Si hablamos de cantidad el día que vivimos en Algarrobo es insuperable. Esa mañana pudimos ver nada más y nada menos que 9.000 abejeros europeos (Pernis apivorus) levantándose a partir de las 10:00 desde los Alcornocales para lanzarse hacia el sur, pasando sobre nuestras cabezas como un río de aves que no cesaba. Grandes ruedas de ellos emergían sobre las copas de los gigantes para ganar altura antes de tirarse sin miedo hacia el mar que les lleva a las tierras donde pasar estos meses que vienen.

Así que si, Eneko vio algún abejero y si, los vio tan cerca como estos que vais a disfrutar ahora. Todas las fotos son suyas.




















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jueves, 3 de octubre de 2024

INVIERNO EN LA BAHÍA EN PLENO VERANO

Cuando fuimos a Laredo en julio nuestra idea era disfrutar de muchas de las especies estivales que se reproducen en este maravilloso lugar y de algunas de las migrantes que empezaban a moverse. Lejos  quedaban esos inviernos que hemos vivido en esta bahía rodeados de miles de aves invernantes llegadas de tierras del norte. Pero las aves siempre nos sorprenden.

Un día  en familia en la playa del Puntal son momentos de baño, de juegos y de descanso. Pero ese día de julio a ello tuvimos que sumar un momento único. Mientras Eli se estaba bañando vio como llegaba buceando una bala negra que la pasó al lado pero que no pudo identificar. Fue al emerger cuando Eneko gritó "un alca". Rápidamente me gritó mientras estaba sentado bajo la sombrilla "papá, un alca". Mi cabeza explotó pues chocaron la observación de este álcido con  la capacidad de identificación de Eneko . Miré al agua y no vi nada pero esa incertidumbre solo duró unos segundos, los que tardó en salir de nuevo el que llaman pingüino del polo norte para deleitarme con este precioso plumaje reproductor.

Carrera hasta el coche a por la cámara para seguir sus lances de pesca cerca de la orilla mientras los pececillos saltaban despavoridos y la gente nos miraba con la misma cara de asombro con la que lo hacía sobre ese ave negro tan peculiar. Estuvimos cerca de una hora disfrutando de él hasta que se alejó bahía adentro.

El Alca (Alca torda) es un álcido de  plumaje blanquinegro con una bonita línea blanca que recorre su robusto pico que se reproduce en las costa Escandinavas, islándicas o británicas que en invierno migra a zonas de altamar del Cantábrico, Atlántico y en menor medida el Mediterráneo. Es un ave habitual en bahía o puertos en los meses más fríos cuando los temporales llegan a nuestras costas. 










Y esta sensación invernal no acabó con el alca. Aunque en este caso hay algo de "trampa". El eider común (Somateria mollisima) es una especie de pato marino que se reproduce en costas de los mares  del Norte y Báltico, Islas Británicas o Groenlandia (entre otras) y que de manera puntual alcanza las costas ibéricas en invierno. Hasta ahí la observación de un eider sería totalmente excepcional. Ahora bien el ejemplar del que disfrutamos es conocido por todos los pajareros pues lleva en la bahía de manera continua desde al año 2017, cuando llegó siendo de primer invierno. Desde entonces, y a pesar de haber coincido un par de inviernos con algunos congéneres que han regresado al norte,  se ha mantenido en la marisma.

Allí hemos visto como cambia de plumaje, desde el blanco, negro y amarillento del invierno y primavera hasta el marrón oscuro del verano y el otoño. Es un pato con un peculiar pico que le da una silueta muy característica que se alimenta de cangrejos de los que parecen que no le faltan en la Arenilla, donde suele moverse. nos encantó volver a verle, después de haber coincidido con él varias veces (la última el pasado mes de febrero)








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