La invernada en los humedales es un momento mágico y para ello la laguna de El Oso es un gran ejemplo. Es un momento en que las aves que han escapado de la falta de alimento en las tierras del norte y el centro de Europa han recalado en nuestras zonas húmedas para pasar estos mese de frío en el hemisferio norte y coger fuerzas para volver cuando la llamada de la reproducción les llame.
Una visita a estos lugares nos puede asombrar por varias cosas como pueden ser los grandes números de anátidas de varias especies con cientos de ánades reales o cercetas comunes y decenas de otras. Nos puede sorprender con las cada vez más escasos ánsares comunes invernantes (quien nos lo iba a decir hace unos años). Nos puede dejar boquiabiertos con la llegada de miles de grullas al dormidero. Nos puede entretener buscando algún limícola como el zarapito real o el archibebe oscuro. Pero no todas las sorpresas vienen del agua y de lo grande. También lo pequeño puede ser maravilloso.
Es época de buscar a uno de las paseriformes que está en grave peligro de extinción como reproductor en la Península y que usa los tallos de las espadañas para asirse y poder destrozar los juncos que las coronan, Destaca en los machos de los escribanos palustres (Emberiza schoeniclus) una preciosa cabeza negra sobre el marrón de su plumaje y una cola, que chasquea constantemente, con las plumas externas de un blanco llamativo. Las hembras lucen el mismo traje pero la cabeza alterna el marrón claro con el más oscuro.
Ese pájaro típico de la vegetación palustre ha visto reducida su población reproductoras hasta las 250 parejas aproximadamente (Seo Birdlife) mientras que en invierno recibimos un buen contingente de la subespecie nominal de aves europeas. La pérdida de las condiciones óptimas de hábitat o la destrucción de los mimos está detrás de este declive de las dos subespecies descritas en la Península (iberoriental e iberoccidental).
En la laguna de El Oso al menos hemos visto 3 ejemplares que se han portado muy bien y se han dejado ver a placer desde el observatorio del camino de San Pascual. Disfrutemos de ellos.
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Saludos abulenses