Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.

martes, 12 de diciembre de 2023

BIMBANDO EL GAVIÓN HIPERBÓREO EN EL ABRA

 Vuelvo a la carga y lo hago con una de las joyas de nuestro viaje a Bizkaia del pasado puente. De allí me he venido con una especie más para sumar a las vistas en territorio nacional a lo largo de mi vida pajarera en forma de gaviota blanca. Tenía muchas ganas de ver inmersa en grandes grupos de gaviotas a la blanca que me faltaba (la gaviota polar ya la disfrutamos no hace mucho) y dos de los días que estamos por el Abra hemos podido verla. Gracias a Karmelo por su ayuda para conocer este sitio que grandes alegrías nos ha dado y que os contaré más adelante y a Imanol por su agradable compañía en la búsqueda.

Ahora voy con el gavión hiperbóreo (Larus hyperboreus) de 1er invierno que ha sedimentado en esa zona de la desembocadura del Nervión en el entorno de Getxo y Santurtce y que tuvimos que buscar con ahínco tres mañanas de nuestro viaje. Días antes de nuestra llegada a Sopelana, Carlos García citó ese ejemplar cerca del espigón de Getxo y teníamos la esperanza de que se quedase por allí y pasando los días nuestra expectativa se cumplió y un día antes de llegar se vio de nuevo. Toco madrugón el primer día para ver si bimbábamos esta gaviota que se reproduce en las costas árticas y subárticas  y que inverna en costas británicas o del Mar del Norte. 

Al llegar el número de gaviotas era muy grande y empecé a prospectar cada rincón del Abra en su busca, mientras Eneko buscaba correlimos oscuros y disfrutaba con los vuelvepiedras. No tuvimos suerte y decidimos, tras hora y media marchar. Y fue en ese momento cuando sobre nosotros vimos una gaviota de gran tamaño totalmente blanca y con pico bicolor (rosado en la base y negro en la punta). Allí estaba y Eneko vivió uno de los momentos temidos por cualquier pajarero: la cámara dio problemas y no pudimos hacer una foto para documentar la observación.

Pero a los dos días la cosa cambió y pudios resarcirnos. Hacía un viento brutal que casi nos tiraba cuando estábamos en el faro buscando entre las gaviotas del puerto, del mar y de los tejados. Y decidimos alejarnos un poco  para evitar ese aire y aprovechar que habíamos detectado dos correlimos oscuros para disfrutarlos. Mientras Eneko estaba con ello yo seguía escudriñando cada grupo de gaviotas y ¡eureka!, entre las patiamarillas, reidoras, sombrías, cabecinegras y un par de gaviones atlánticos una gaviota grande y blanca. Una carrera digna de medalla de oro (la gente nos preguntaba si ocurría algo, y vaya si ocurría) y pudimos ver en todo su esplendor a esta majestuosa gaviota que  hace la especie 365 para mí y un nuevo bimbo para Eneko.






Gracias por seguir el blog

Saludos abulenses

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