Este año que se va, y que tan bueno ha sido para mi familia, necesitaba una despedida ornitológica como se merece. Y ningún sitio mejor que Cantabria para ello. Por ello Juanra, César y yo hemos pasado unos días por esta tierruca recorriendo varios sitios en busca de los numerosos invernantes llegados del norte de Europa para pasar estos meses en enclaves tan únicos como Santoña, donde terminó nuestro viaje.
Y si por algo quedará marcado este viaje es por los pajarillos. Cuatro eran los objetivos que tenía en mente de dos familias diferentes siendo los escribanos los más agradecidos y los Bisbitas los que no pudimos ver (pese a nuestra insistencia con ellos). Con ello el Richard y el Costero quedará para otro viaje.
Empiezo con el primero de los escribanos que vimos en el viaje y que era un bimbo muy deseado. Para verle nos acercamos a la isla de la Virgen del Mar, en el entorno de la capital cántabra. Allí entre corredores, perros y caminantes pudimos disfrutar de un grupo de 7 Escribanos nivales (Plectrophenax nivalis) que llevan en este enclave varios días. No fue difícil dar con ellos pues están aquerenciados a las praderas de esta pequeña isla que queda separada de la costa con la marea alta y que tiene un puente para unirla en esos momentos.
El escribano nival es un invernantes escaso en la Península, fluctuando mucho con años en los que apenas recalan en nuestras costas un puñado de ellos con otros (como éste) con una entrada mayor. Principalmente se observa en la costa cántabra donde ocupa praderas costeras, playas o dunas donde se alimenta principalmente de semillas a las que suma algún invertebrado que otro. Es un pájaro de un llamativo plumaje blanco donde se mezclan tonos pardo-rojizos en garganta, píleo y dorso. En primavera los adultos tienen un plumaje de blanco puro con el dorso negro. momento en el cual se encuentran en el ártico, al norte de Europa, para criar. Disfrutar de él fue un precioso pistoletazo de salida para lo que vendría después.
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Saludos Abulenses