Vamos hoy con los famosos PPM, los preciosos pájaros marrones que viven en campos del mismo color en los que tratan de pasar inadvertidos. Quizás por no tener los vivos colores que tienen otros, o por no ser lo suficientemente grandes, o por no ser de los más reconocidos estos pequeñines pasan tan desapercibidos que no nos damos cuenta de que poco a poco su población se va reduciendo y donde antes cantaban decenas de ellas ahora solo se "escucha" la primavera silenciosa. Son un grupo aves que se nos están yendo y eso lo refleja como nadie nuestro amigo Alfonso Rodrigo en su librazo "A la sombra de los gigantes". Por suerte aún hay algunos sitios donde podemos verlos y los páramos sepulvedanos todavía nos deja verlos como os los voy a enseñar.
La primera de ellas es la más amable, o eso me parece a mi, con esa cara de buena y esos colores tan pálidos en sus partes inferiores. Es una viajera transahariana que regresa en primavera a los campos ibéricos para cantar incesantemente mientras vuela y deja a la vista el blanco de su vientre. Es la terrera común (Callandrella brachydactyla), una calandria en miniatura por sus manchas oscuras en los laterales de la garganta.
La siguiente es la cucuruchona, como la llaman en algunos lugares. Es de nuevo un precioso pájaro marrón que luce una llamativa cresta poblada y el pecho moteado. La cogujada montesina (Galerida trekhlae), al contrario que su prima común, se exhibe en lo alto de matorrales o muros para cantar y demostrar que está en el lugar.
El último aláudido que vamos a ver es el más forestal de ellos. Además es el que más temprano empieza a cantar /ya en febrero se oye en la laderas a la alondra totovía (Lululla arborea). En su plumaje marrón luce una ceja muy marcad que se le une en la nuca y una bonita coloración e nel ala con una bandera blanquinegra.
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