Viaje familiar a la preciosa ciudad llamada en época romana Emerita Augusta para disfrutar de otra de nuestras pasiones, la arqueología. Y como sucede siempre en estos viajes hay que sacar algún ratillo para sacar los prismáticos y el telescopio. Y en este entrada se aúnan las dos pasiones. Antes de seguir agradecer a José Antonio Román su ayuda.
Una de las tardes fuimos a conocer el Guadiana a su paso por la capital extremeña a través del puente romano. Este espectacular puente sortea una de las principales arterias de la Península creando islas donde las aves encuentran refugio. Solo hay un pero a este lugar idílico y es una de las especies introducidas que más daño están haciendo a nuestros ríos, el camalote. Este planta tapiza el río quedando algunos rincones del río de un verde que no deja ver el agua.
Disfrutando de los andanzas de un Martín Pescador (Alcedo athis) estaba cuando Eli llamó mi atención hacia un rincón del río. Allí, entre las ramas del antes nombrado camalote algo se movía. Su silueta de ardeida y su pequeño tamaño, además del negro de sus alas y capirote, rápido nos llevó a ver que lo que teníamos delante era un macho Avetorillo (Ixobrychus minutus). Allí estaba tratando de pescar algún pececillo que saciase su hambre.
El Avetorillo es la menor de las garzas ibéricas. Es una especie asociada las cuencas de grandes ríos en las que cría. Cuando acaba la época de cría migra hacia tierras mas al sur, aunque algunos ejemplares se quedan en la Península a invernar. Es un ave que trata de pasar desapercibido entre la vegetación palustre por lo que disfrutamos mucho de este ejemplar que no atendía a nuestra emoción mientras seguía a lo suyo. Además era una nueva especie que sumaba Eneko .
Gracias por seguir el blog
Saludos Abulenses
¡Qué guapo, sí señor!
ResponderEliminarBuen ojo para pillarlo!
Un saludo desde León