Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.

martes, 11 de marzo de 2025

ESTRENANDO EL CALIDRIS

 A punto de terminar el invierno voy  con una de las experiencias más maravillosas de esta estación del año. Visitar Santoña entre enero y febrero es algo ineludible cuando eres pajarero. Y si quieres disfrutar de las aves que invernan en la bahía tienes que embarcar con Alejandro en su barco para recorrer cada rincón del Parque. Este año la experiencia ha cambiado y aunque hemos echado de menos el "Cofre" embarcar en el "Calidris" ha sido inolvidable. Desde este barco puedes ver las aves a escasos metros, lo que da observaciones imborrables y fotos tan espectaculares como las que hizo Eneko, y que ahora vais a ver.

Empezamos con los que para mí, son el emblema de la invernada en el norte peninsular. Los colimbos grandes (Gavia immer) son unas aves acuáticas (Gaviiformes) que invernan en nuestras costas tras llegar allí desde algunos lagos de la taiga  y tundra del norte de Eurasia y América. Cuando llegan a nuestras costas se establecen en bahías para alimentarse de peces y crustáceos. Es el más robusto de los colimbos y lucen una prominente frente con un potente pico. Su plumaje es oscuro en las partes superiores y blancas en las inferiores y luce un característico collar que lo identifica. 







Junto al más grande pudimos ver otro de los colimbos (es habitual que los tres colimbos habituales se observen en Santoña). El pequeñín de los colimbos se diferencia del anterior por su menor tamaño, su fino pico y su pose, con la cabeza siempre ligeramente elevada. El colimbo chico (Gavia stellata) en cuanto a coloración es similar al anterior, con las zonas superiores oscuras (moteadas) y las inferiores blancas. En Europa crían en lagos de Islandia, Escandinavia o Reino Unido. En invierno llegan en menor número que el grande pero son habituales en el Cantábrico y en la bahía.




Tras los colimbos vamos con dos buceadores de pequeño tamaño, los zampullines. El primero de ellos es una de las estrellas  de la bahía y por el camino que lleva, será de las especies que será rareza en unos años pues el número de invernantes ha caído y este año han sido tres los zampullines cuellirrojos (Podiceps auritus) que han llegado allí. Éste en concreto nadaba en el entorno de Montehano, su lugar habitual llegado, como los anteriores, de lagos del norte de Europa. Con ellos pudimos ver los más habituales zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis). Para diferenciarlos la cabeza es fundamental pues mientras que el cuellirrojo tiene la cabeza plana y el negro se delimita a la altura del ojo, el cuellinegro tiene la cabeza redonda y el negro el baja a la mejilla donde se difumina. 

Zampullín cuellirrojo

Zampullín cuellirrojo

Zampullín cuellirrojo

Zampullín cuellirrojo


Zampullín cuellinegro en plumaje nupcial

Zampullín cuellinegro

Terminamos este viaje en el "Calidris"  con las más numerosas. Año a año su número ha ido creciendo desde unos pocos ejemplares hasta los 1300 que han censado este año. Es una barbaridad ver a todo el grupo de barnaclas carinegras (Branta bernicla) volando cuando la marea va dejando islas al descubierto para posarse en ellas y empezar a alimentarse de la zostera por la que llegan a nuestras latitudes desde la tundra de Rusia (la subespecie bernicla). Destaca su precios plumaje oscuro, con el cuello y cabeza negras y la popa blanca. Es impresionante ver a todo el grupo interaccionando entre ellas y lo más maravillosos es poder escucharlas.











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viernes, 7 de marzo de 2025

UN DIMINUTO ENTRE LOS FRESNOS

El Adaja a su paso por la capital es uno de los lugares por los que paseo de manera habitual pues es un sitio muy agradecido para ver pajarillos y además está cerca de casa o de los sitios donde dejo a los chicos por las tardes. Pero hacía unos meses en los que no veía a uno de los que más ilusión me hace ver en esos paseos cuando lo descubro mientras se agarra a los troncos de los árboles y  los recorre desde las partes más bajas hasta las finas ramas de las copas.

El pico menor (Dryobates minor) es el menos de los pájaros carpinteros que tenemos en nuestros bosques. Con un tamaño similar a un gorrión este enano luce un plumaje parecido a sus primos mayores con el negro y el blanco como colores principales solo rotos por el rojo del capirote en los machos.

Una mañana de este invierno, después de disfrutar de un bonito grupo de zorzales reales en la montaña nos pasamos por el parque de El Soto, en la capital, para ver que se  movía por allí (íbamos con la idea de la becada) y nos encontramos con este precioso pico menor que, ajeno a los cinco "locos" que le miraban embobados, se afanaba en recorrer los troncos de los fresnos y de otros árboles del bosque de ribera que acompañan al Adaja en su viaje hacia el Duero. 









 Espero volver a ver pronto a esta maravilla y que no pase tanto tiempo como el que ha pasado entre las anteriores fotos y las que viene ahora. Ésta fue la última vez que lo vi por la zona, esta vez aguas abajo y en el mes de mayo.






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