Tenía marcados en mi calendario ornitológico los últimos días de junio para poder ver en los cielos abulenses una de esas especies que, por su singular fenología, más emociona cada vez que la veo. Hasta ahora la había visto en Valladolid y Segovia pero se me había escapado varias veces cuando había ido expresamente a buscarla en Arenas de San Pedro, Peguerinos e Iruelas. Y tenía que ser en esa salida pues después nos íbamos de viaje familiar. Y por suerte no falló.
El lugar elegido fue el Valle de Iruelas, la compañía, como siempre inmejorable, de Juanra, Eneko, Miguel, Alfonso y Luis Jesús; y la especie el halcón de Eleonor (Falco eleonorae). Este halcón, que podemos ver en dos plumajes, es el "raro" del paso. Después de pasar el invierno en Madagascar regresa a sus zonas de cría en islas y costas del Mediterráneo o Canarias pero en lugar de acompasar su viaje con el resto de aves rapaces para llegar a los acantilados en primavera, retrasa su viaje para empezar a criar en el mes de agosto y así hacer coincidir el nacimiento de los pequeños halcones con el paso postnupcial de paseriformes. De ellos se alimentarán adultos y pollos.
Pero además de esa singularidad, estos falcónidos no van directos desde sus cuarteles de invernada a los cortados donde instalan el nido sino que entre junio y julio se adentran a pinares del interior peninsular para aprovecharse de la explosión de escarabajos, como el sanjaunero, y alimentarse de ese recurso tan estacional. Es el momento de disfrutarlos por tierras castellanas con buenos sitios en Segovia, Valladolid, Soria o el propio Valle de Iruelas.
Finalmente, y para agrandar lo maravilloso de la especie, y derivado de la ingente cantidad de pajarillos que cruzan las zonas de cría en su viaje hacia el sur y que son capaces de atrapar los adultos de Eleonor, éstos tienen despensas en los que acumulan lo que van cazando con el fin de aprovechar esos momentos en que, literalmente, llueven pájaros y que así no les falte alimentos a los pequeños.
A media tarde estábamos en una zona propicia para ellos y no tardó en aparecer el primero de ellos, el de la foto. Éste, como todos los que vimos, son ejemplares en fase clara con la tripa y parte inferiores del cuerpo de tonos rojizos y las alas oscuras con unas cobertoras muy negras. La cabeza es muy parecida a la de su primo peregrino. Voló un poco sobre nosotros antes de irse a buscar escarabajos en las zonas más altas. Pco después fueron dos los ejemplares que hicieron el mismo camino que el primero. Disfrutamos mucho de su observación y me quité una pequeña espina con esta especie en Ávila.
Gracias por seguir el blog
Saludos Abulenses
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