Hoy, de nuevo, he vivido uno de esos momentos que ponen la piel de gallina. Si en la anterior entrada hablaba del pechiazul en ésta lo voy a hacer del que para mí, es el sonido más emocionante de los que puedo oír en el campo. Es un sonido que me emociona y a partir de ahora, se sumará a esta emoción Eneko. Tanto él como yo teníamos la ilusión, él de verlo y escucharlo por primera vez en su vida y yo de reencontrarme con ellas, de disfrutar del vuelo nupcial de la agachadiza común (Gallinago gallinago). Y hasta un lugar de la sierra de la Paramera nos hemos acercado.
Siempre suelo contar que la agachadiza común, a pesar de ser muy común en pasos e invernada en los humedales interiores, cuando llega la época de reproducción y la mayoría de ejemplares parten hacia en norte, un pequeño número de parejas (no muchas más de 100) se quedan en las sierra abulenses a criar. Es en este momento cuando la cabrilla (como se la llama por aquí ) hace su espectacular parada nupcial o sus vuelos territoriales en los que tras elevarse a gran altura se deja caer en picado sacando sus plumas rectrices (de la cola) más externas y haciendo un ruido muy característico al roce con el aire.
Tras disfrutar de muchos de los inquilinos de los matorrales, los prados o los árboles nos hemos sentado sobre una roca a esperar, cerca de un prado encharcado muy propicio para la especie. Se ha hecho de rogar pero cuando la tarde ya caía, ha aparecido volando y se ha dejado caer muy cerca de nosotros. No ha tardado en volar para sumar al canto de alondras, totovías o currucas zarceras su maravilloso sonido y volver a la seguridad del prado donde se ha quedado.
Es una sola foto la que hemos podido sacar pero refleja a la perfección el momento mágico que hemos vivido.
Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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