Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.

domingo, 19 de diciembre de 2021

ENEKO Y EL MOCHUELO

 Fin de trimestre y con él se limita el tiempo que tengo para salir al campo. Aún así hemos sacado varios ratos, cortos eso si, para poder estar en el campo. El domingo pasado anduvimos por las Navas del Marqués tras el escribano nival (que no apareció), hoy hemos paseado por una charca de la capital (donde hay un ánsar cisnal de quien sabe donde) y dos ratos, una tarde y la mañana de ayer, para disfrutar de la laguna de El Oso.

El humedal está ahora precioso y lleno de vida. El martes, que fue el día en que pude prospectar la laguna a tope ya que ayer se lo estuvimos enseñando a algunas personas en una actividad, comprobamos que el número de ánsares comunes sigue estable en los alrededor de 580 ejemplares. Con ellos siguen los 19 ánsares caretos grandes (Anser albifrons) que ese día vimos primero por separado (un grupo numerosos y luego ejemplares sueltos) pero que luego se juntaron a comer en un campo cercano. Ayer la cosa fue al revés, nada más llegar los vimos todos juntos en una orilla del humedal ara dispersarse luego cuando cambiaron de lugar.

Por la alguna siguen, o seguían el martes, los zarapitos reales (Numenius arquata) que llevan unos días con nosotros aunque ayer no los pudimos localizar en el ratito que echamos. Con ellos, en cuanto a limícolas, destacar que ayer había un correlimos común (Calidris alpina) y que hay un grupo de Avefrías comunes que se mueven por los campos que bordean la laguna.  Las anátidas están bien representadas por todas las especies habituales en esta época con la observación de dos tarros blancos (Tadorna tadorna).

Pero el martes todo eso a Eneko no le importó mucho. Él estuvo gran parte de la tarde con su nuevo amigo. Un amigo de penetrantes ojos amarillos y cara amigable que le esperaba en su casa. Allí lo vimos nada más llegar y Eneko se puso a disfrutar con él. Con el paso de la tarde, y cuando ya cogieron confianza, se fueron acercando un poco (en realidad Eneko no se movió del sitio) hasta que llegaron  a estar a escaso s 3 metros mientras se miraban. Eneko pasó uno de esos momentos que suceden en este precioso mundo y que no se le olvidará nunca. Por cierto su amigo es un precioso Mochuelo europeo (Athene noctua) que estaba en el entorno del observatorio de la embotelladora.








Mucho ánimo a tod@s

Gracias por seguir el blog

Saludos abulenses

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