Lejano en el tiempo queda nuestro viaje a Bilbao pero el recuerdo de lo que allí vivimos perdura muy reciente. Y es que pasamos unos días geniales recorriendo diferentes rincones de la provincia bizkaina. Y como siempre ha de hacer un pajarero, buscamos una zona cercana para pajarear al amanecer antes de recorrer la geografía. En nuestro caso ese sitio fue el Abra, en el entorno del puerto deportivo de Getxo. Allí, gracias a la información de nuestro amigo Karmelo sabíamos que podíamos disfrutar mucho y no solo por el hyperboreus que vimos y ya os contamos.
Estuvimos 3 mañanas recorriendo el espigón y cada día nos sorprendía alguna especie, pero el segundo de ellos nos llevamos la palma. Ese día cuando volvíamos de prospectar la bocana de la ría desde el faro del final del espigón en busca del gavión, apareció muy cerca de nosotros un alca (Alca torda) que se zambullía sin parar en busca de alimento. Miramos un poco más lejos y descubrimos 2 más. Unos metros más lejanos otro ejemplar que nadaba tranquilo y ya cerca de la playa otros tres ejemplares. De la nada habían aparecido 7 ejemplares de este álcido llegado de Escandinavia, Islandia o Reino Unido a las aguas de altamar a pasar el invierno y que cuando el mar de embravece entran en las rías, bahías o puertos a resguardarse de su fuerza. Fue espectacular verlos zambullirse y nadar para aparecer a varios metros.
Alca común (Alca torda)
Alca común (Alca torda)
Alca común (Alca torda)
Alca común (Alca torda)
Alca común (Alca torda)
Alca común (Alca torda)
En los bloques de hormigón que protegen al espigón de la fuerza del mar vimos a otro de los visitantes invernales de las zonas rocosas del litoral cantábrico. En ellos buscaba invertebrados que llevarse a su curvado pico. Al individuo solitario que vimos otros días, el mismo día de los alcas, se le unió un segundo ejemplar de correlimos oscuro (Calidris maritima). Este limícola tienen una invernada regular en las costas del norte peninsular aunque lo hace de manera muy localizada y en números no muy altos (a excepción de algunos puntos donde este año se están observando grupos más numerosos). Su plumaje oscuro le hace pasar inadvertido en las rocas expuestas a la fuerzas del mar. Siempre es una alegría disfrutar de estos viajeros venidos de las zonas árticas y ahora os tocas gracias a las fotos que le hizo Eneko.
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
correlimos oscuro (Calidris maritima)
Termino con otro de los invernantes que siempre gusta ver en bahías o ensenadas. En este caso lo vimos volando las 3 veces que fuimos y solo una de ellas nos dejó disfrutar unos segundos posado antes de bucear y alejarse tanto que el oleaje nos impedía seguir disfrutando de él. Es el más pequeño de los colimbos que recibimos en invierno y su figura estilizado, su fino pico azulado y ligeramente curvado hacia arriba, además de su postura erguida lo hace inconfundible. Aunque poco tiempo disfrutamos mucho de este colimbo chico (Gavia stellata) mientras entraba y salía de la ría.
colimbo chico (Gavia stellata)
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