Como todo verano el norte de la Península ha sido el lugar elegido para nuestro viaje familiar, la zona oriental de esta Comunidad fue la seleccionada para pasar el inicio del estío y la localidad de Laredo el sitio donde hemos tenido la caravana alojada durante tres semanas. Al este del pueblo hemos descubierto, gracias a la ayuda de nuestro amigo Ernesto, un sitio maravilloso donde el mar y la costa se unen con los acantilados y las rocas: la Sierra de la Vida. En dos ocasiones pudimos pasear por allí y descubrir a las aves que en época veraniega moran en este lugar.
En la zona de pradera vimos al primero de los objetivos del lugar. Posado en los matorrales y helechos que salpicaban la zona herbácea estaba una familia de alcaudones dorsirrojos (Lanius collurio). Mientras el macho adulto, mostrando su antifaz negro sobre una cabeza gris-azulada y el herrumbroso dorso que le da nombre y la hembra de tonos rojizos oteaban desde lo alto, los jóvenes le seguían para pedirles alimento. Se mantuvieron muy cerca de nosotros y nos dejaron disfrutar muchísimo de esta especie que vemos en las sierras abulenses desde tiempos recientes.
Siempre que los veo me viene a la cabeza la "locura" de migración que hace esta especie y que le lleva a las Península Itálica en su viaje al este de África. En nada abandonarán nuestros campos para volver al año siguiente para llenar de rojo los matorrales.
Para los pajareros hay especies que cuestan ver en algunos momentos y que en un momento dado, sin un por qué, lo empiezas a ver por todos los lados. Eso nos ha pasado con el bisbita arbóreo (Anthus trivialis). En nuestros anteriores viajes a Cantabria apenas los habíamos visto pero este año lo hemos visto en varias de nuestras salidas. En esta ocasión lo vimos en un lugar que no hace honor a su nombre ya que estaba en el borde del acantilado en una zona con algunos matorrales bajos y una zona de merendero. Para nuestro asombro lo vimos a placer posado en unos postes de madera.
Vecinos del bisbita era una familia de Curruca rabilarga (Curruca undata). Hasta cinco ejemplares de esta preciosa especie, con al menos 3 jóvenes, pudimos ver escondidos entre las puntiagudas ramas de la vegetación de la rasa. no se mostraron mucho, algo que es normal en las especies de currucas, que confían mucho en las ramas donde viven pues pocas veces salen de ellas. Cuando lo hicieron pudimos disfrutar de su espectacular ojo rojo que destaca sobre su plumaje con las partes superiores gris y las inferiores granates.
La nómina de pajarillos del lugar lo completaban algunos habituales de estos hábitat costeros como las tarabillas comunes, las omnipresentes currucas capirotadas, los diminutos chochines, las ruidosas chovas piquirrojas y una solitaria buscarla pintoja. Pero si hay algo que es significativo en este lugar de la costa oriental es que está al lado del Monte Candino, donde se encuentra la única colonia de buitre leonado a nivel del mar. Es una auténtica gozada ver los grandes leonados volando con el mar como telón de fondo. Y con estos gigantes está su pariente más pequeño, con algunas parejas en este mismo lugar, y nosotros tuvimos la suerte de que los dos adultos de alimoche (Neophron percnopterus) nos sobrevolasen muy cerca.
Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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