Cuando fuimos a Laredo en julio nuestra idea era disfrutar de muchas de las especies estivales que se reproducen en este maravilloso lugar y de algunas de las migrantes que empezaban a moverse. Lejos quedaban esos inviernos que hemos vivido en esta bahía rodeados de miles de aves invernantes llegadas de tierras del norte. Pero las aves siempre nos sorprenden.
Un día en familia en la playa del Puntal son momentos de baño, de juegos y de descanso. Pero ese día de julio a ello tuvimos que sumar un momento único. Mientras Eli se estaba bañando vio como llegaba buceando una bala negra que la pasó al lado pero que no pudo identificar. Fue al emerger cuando Eneko gritó "un alca". Rápidamente me gritó mientras estaba sentado bajo la sombrilla "papá, un alca". Mi cabeza explotó pues chocaron la observación de este álcido con la capacidad de identificación de Eneko . Miré al agua y no vi nada pero esa incertidumbre solo duró unos segundos, los que tardó en salir de nuevo el que llaman pingüino del polo norte para deleitarme con este precioso plumaje reproductor.
Carrera hasta el coche a por la cámara para seguir sus lances de pesca cerca de la orilla mientras los pececillos saltaban despavoridos y la gente nos miraba con la misma cara de asombro con la que lo hacía sobre ese ave negro tan peculiar. Estuvimos cerca de una hora disfrutando de él hasta que se alejó bahía adentro.
El Alca (Alca torda) es un álcido de plumaje blanquinegro con una bonita línea blanca que recorre su robusto pico que se reproduce en las costa Escandinavas, islándicas o británicas que en invierno migra a zonas de altamar del Cantábrico, Atlántico y en menor medida el Mediterráneo. Es un ave habitual en bahía o puertos en los meses más fríos cuando los temporales llegan a nuestras costas.
Y esta sensación invernal no acabó con el alca. Aunque en este caso hay algo de "trampa". El eider común (Somateria mollisima) es una especie de pato marino que se reproduce en costas de los mares del Norte y Báltico, Islas Británicas o Groenlandia (entre otras) y que de manera puntual alcanza las costas ibéricas en invierno. Hasta ahí la observación de un eider sería totalmente excepcional. Ahora bien el ejemplar del que disfrutamos es conocido por todos los pajareros pues lleva en la bahía de manera continua desde al año 2017, cuando llegó siendo de primer invierno. Desde entonces, y a pesar de haber coincido un par de inviernos con algunos congéneres que han regresado al norte, se ha mantenido en la marisma.
Allí hemos visto como cambia de plumaje, desde el blanco, negro y amarillento del invierno y primavera hasta el marrón oscuro del verano y el otoño. Es un pato con un peculiar pico que le da una silueta muy característica que se alimenta de cangrejos de los que parecen que no le faltan en la Arenilla, donde suele moverse. nos encantó volver a verle, después de haber coincidido con él varias veces (la última el pasado mes de febrero)
Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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