Una ventana abierta a la naturaleza a través de los ojos de lo me apasiona: las Aves.

lunes, 16 de diciembre de 2024

PORRÓN BASTARDO EN PLAIAUNDI

Seguimos con nuestro viaje a Donosti y hoy vamos con uno de los objetivos del viaje, al menos para Eneko, pues yo ya había visto en varias ocasiones a uno de los patos buceadores que recibimos, de manera escasa,  durante el invierno. Desde el 23 de octubre el parque de Plaiaundi acogía en las lagunas dulces del parque un individuo de primer invierno de porrón bastardo ( Aythya marila). Los días anteriores al viaje nuestro amigo David nos mantenía al tanto de las andanzas de este precioso pato llegado de  zonas del norte europeo (además de Norteamérica).

El día que fuimos a Plaiaundi , como ya os he contado, llovía a mares y se hacía difícil buscar las aves. Suerte que este bonito pato de cabeza oscura y tonos pardo grisáceos en el cuerpo estaba muy localizado y apenas se movía de la parte de la laguna grande donde se le vio días antes. Fue llegar al final de campo de rugby y de la orilla del camino salió es espectacular ejemplar donde pudimos ver con claridad la mancha blanca que le rodea el pico así como el brillante pico azulado con la pequeña uña negra (que le identifica y que se le ve en la foto en la que está de frente).

Nadaba acompañado de un grupo de porrones europeos (Aythya ferruginea) y de una pareja de ánade real (Anas platyrhynchos). Este pato es un migrante que llega al noroeste de Europa  (además del Caspio o Negro) recalando algunos ejemplares en la Península Ibérica, fundamentalmente en el Cantábrico. Es una especie que da mucha alegría cuando te la encuentras en alguna de las lagunas y que a Eneko le alegró un día muy oscuro y lluvioso en el que acabamos empapados y embarrados pero muy contentos.










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jueves, 12 de diciembre de 2024

¡¡ GAVIOTA DE DELAWARE EN TXINGUDI !!

 Viaje a Euskadi pasado por aire y agua el que hemos tenido este pasado puente. Donosti nos recibió con un poquito de niebla el jueves y nos despedimos de ella después de que tres días de lluvia y aire sin descanso. Eso si, hemos disfrutado mucho de una maravillosa ciudad y de una provincia muy bonita. Como objetivo pajarero del viaje teníamos conocer Plaiaundi (uno de los paraísos pajareros de la Península), intentar dos especies en ese lugar (nos falló la gaviota de Bonaparte) y, con el temporal que venía, ir al Cabo de Higer a ver paso de marinas. Pero la sorpresa nos la dio una gaviota y de la manera más inolvidable. Tenemos que agradecer a nuestros amigos  Héctor y David su ayuda para disfrutar del pajareo vasco.

Llegamos a Plaiaundi y nada más pisar el campo empezó a llover sin parar. Apenas nos daba tregua  para poder mirar tanto las lagunas dulces que rodean el campo de rugby como la zona de intermareal. En esta última zona pusimos nuestros esfuerzos en busca de gaviotas. Muchas reidoras y cabecinegras con algunas sombrías y patiamarillas llenaban el lugar. Entre ellas me llamó la atención una gaviota de tamaño mediano con el manto gris claro. Una mirada a su cabeza me aceleró el corazón. Una cabeza rayada, un ojo pálido y el pico amarillo con una marca negra. Saltos de alegría y nerviosismo  porque Eneko estaba en otro sitio con la cámara y yo tenía una gaviota de Delaware (Larus delawarensis) adulta delante mío. Cuando llegó Eneko la lluvia se habría puesto dura y el grupo de gaviotas de había ido volando.

Sensación de frustración mientras nos resguardábamos de nuevo. Menos mal que el grupo volvió y logramos relocalizarla en vuelo mientras se acercaba para posarse en el mismo lugar y ahora si, pude fotografiarla mientras se acicalaba.






Aquí no acabó la cosa con la esta viajera llegada del continente americano donde se reproduce en el norte del mismo, migrando en invierno a las costas atlánticas y pacíficas de Centroamérica y el Caribe. Es un invernante regular en la Península, con varios ejemplares cada invierno y con individuos que repiten año a año como el de Burriana o el de Cedeira. Al terminar de comer en Hondarribia decidimos acercarnos al paseo del Butrón, desde el que se divisa la bahía y la orilla francesa y de nuevo tras una intensa lluvia, vimos tres gaviotas en un pequeño espigón. Vistazo con los prismáticos y la que estaba en medio llamó nuestra atención y fue Eneko el que se sobresaltó. "¡Papá, es la delaware!", dijo antes de salir raudo hacia allí. No solo habíamos visto una delaware adulta sino que la volvíamos a ver, y esta vez a escasos metros. Se mantuvo tranquila hasta que el granizo nos hizo buscar refugio.








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