Cierro el viaje de Galicia para abrir la salida que hemos hecho este pasado fin de semana a tierras cántabras. Y lo hago de la mano de tres patos muy peculiares que llegan a nuestras costas en invierno. De ellas hay una que es bastante habitual en las bahías y rías cantábricas, aunque este invierno están caras, mientras que las otras dos son escasas. Empezaré por orden cronológico.
El último objetivo que teníamos en el primer viaje del año a A coruña estaba en Valdoviño. Allí se estaba viendo una serreta grande (Mergus merganser) bastante confiada en la zona de la playa. Era un día muy lluvioso y eso nos hacía presagiar que nos iba a costar un poco encontrarla pero nada más lejos. Fue Eneko el que nos dio la voz de alarma, tenía a la serreta buceando en el recodo final de la laguna, ya pegada a la arena y entre rocas. Estaba algo lejos pero nos emocionó ver como se sumergía y salía a la superficie para enseñarnos esa preciosa cabeza marrón bien definida sobre un cuerpo blanco y gris. Muy bonito es el pico largo y rojo.
Es un ave que cría en zonas muy norteñas de Eurasia, aunque hay algunas parejas en Reino Unido, que llegado el otoño migra hacia el mar báltico llegando algún ejemplar un poco más al sur que es cuando aparecen en algún punto de la costa ibérica. Para mi era la segunda observación pues ya tuvimos ocasión de verla en Ledesma (Salamanca) junto a nuestro amigo Miguel Rodríguez. Fue una observación muy buena a pesar de la lluvia y el viento pues no dudó en salir del agua a descansar y volver al agua para retomar sus zambullidas.
La segunda de las serretas es otra de las escasas y quizás la más difícil de ver de las tres por su pequeño tamaño y su gusto por estar en zonas de vegetación. Para verla tuvimos que ir a Lanchares, una pequeño población cántabra de la orilla del embalse del Ebro. De nuevo tuvimos que pasar un frío importante y sufrir la lluvia que nos acompañó gran parte del viaje. Tras buscar en unas pequeñas charcas del extremo de las lagunas de la zona no hubo suerte. Cambiamos de sitio y de nuevo en blanco.
Cuando ya nos íbamos vimos un grupo de patos bastante grande. Como no hay que dejar nada por revisar, telescopio al suelo y a mirar. Había silbones europeos y un grupo importante de cercetas comunes. Revisando a las más pequeñas cuando el corazón dio un vuelco. Entre ellas había un pequeño pato de tonos grises con las mejilla blanca y la parte superior de la cabeza marrón. Empecé a saltar y a llamar a todos los amigos con los que he viajado que no tardaron en dar con la hembra de serreta chica (Mergellus albellus) que tanto ansiábamos.
Esta miniatura de serreta cría en bosques boreales de Escandinavia y Siberia que inverna en los mares y costas de los mares Bálticos y del Norte llegando al sur en algunas ocasiones como ésta que ha elegido este frío lugar cántabro.
La última es la más habitual ya que suele invernar de manera regular en varios puntos de la costa cantábrica aunque este año no han llegado hasta allí desde el norte de Eurasia o Groenlandia en su migración invernal. Este invierno no se habían visto en Cantabria hasta el pasado sábado cuando aparecieron dos ejemplares en la bahía de Santander, en la zona de Raos. El domingo compartimos la observación de las serretas medianas (Mergus serrator) con un buen puñado de amigos burgaleses, madrileños o cántabros. Destacaba su preciosos pico largo y estrecho y la cabeza despeinada.
Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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