Las aves nocturnas no han sido el grupo de aves que más he buscado en mis años de pajareo. Aún así he conseguido ver varias veces a la mayoría de las que llenan las noches abulenses. Pero Eneko tenía una espina clavada pues había podido disfrutar del minúsculo autillo (la alarma de la noche), del "diurno" mochuelo sobre algún montón de piedras, de unos jóvenes del año de búho chico que vinieron a cantar a nuestro barrio el año pasado, el canto del cárabo en un bosque del norte, a la lechuza campestre en sus campeos por El Oso o al chotacabras europeo mientras volaba en las Hoces del Duratón. Le faltaba el gran duque, le Búho real (Bubo bubo), el más grande e imponente de las rapaces nocturnas. Y hace unos días, mientras volvíamos de aguiluchos (nuestro día día pajarero en estos momentos), decidimos pasarnos por una zona donde se ve regularmente a este portento del vuelo silenciosos, de la visión nocturna con sus grandes ojos y de la caza, son sus enormes garras.
Y no se hizo esperar, pues nada más llegar ya pudimos ver si silueta, poco más pudimos ver con la escasa luz que le quedaba al día. Aún así fue un momento muy bonito pues nos clavó sus naranjas ojos y en el silencio del atardecer cruzamos miradas. Para Eneko fue una sensación indescriptible pues además de poder ver un ave que deseaba ver desde hacía tiempo, la observación fue a placer y durante un buen momento. Los tres (nos acompañaba Miguel, nos fuimos con una sensación muy bonita para terminar el día.
Mucho ánimo a tod@s
Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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