Momentos de agobio los que tengo ahora, como todo final de trimestre, lo que me deja poco tiempo para salir al campo. Aún así sigo disfrutando de zonas cercanas a la capital y de momentos que aunque cortos, son una ayuda para pasar la tensión propia de estos días. Y han sido varios los ratos de pajareo que he sacado en algún parque o acompañando a los dos ríos que rodean mi ciudad amurallada.
En uno de ellos un precioso pico picapinos (Dendrocopus major) vino a verme y se mostró en todo su esplendor mientras se aferraba a la corteza de un árbol del bosque de galería que abraza al Adaja. Es el más habitual de los carpinteros y por ello quizás la mayoría de las veces solo suma una especie más en la salida pero si te paras, como hice yo el otro día, a ver con tranquilidad a este tamborilero ves lo maravilloso su adaptación. Es brutal escuchar como martillea los troncos con su fuerte pico y esa estructura craneal que hace que apenas sienta cosquillas donde otros tendríamos problemas. Es una pasada ver su plumaje de blanco y negro roto por el rojo de su zona infracaudal y de su píleo. Y es maravilloso verlo volar sobre tu cabeza sorteando la maraña de árboles para agarrarse con fuerza al que ha decidido prospectar en busca de alimento.
Reconforta mucho eso de parar y disfrutar cuando estas metido en la rueda que se mueve sin cesar y disfrutar de las maravillas que nos rodean.
Qué bicho más chulo, la verdad. Siempre alegra los paseos por la ribera, con su "chip" que resuena entre los álamos. Enhorabuena por las fotos.
ResponderEliminarUn saludo.
Es una pasada oirlo y verlo llegar. Muchas gracias
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