Últimamente me prodigo menos de lo que me gustaría por aquí pero espero desliarme pronto y volver a tener tiempo para enseñaros lo que voy viendo porque el campo no me lo he quitado. Esta semana y la pasada he salido por varios humedales pues los constantes vientos de noroeste han hecho que se haya producido una llegada y sedimentación de limícolas y sternidos por toda la geografía peninsular. Es cierto que como siempre los lugares de costa o grandes humedales interiores se han llevado la palma en cantidad y calidad de observaciones pero en nuestra provincia también se ha notado esta sedimentación de migrantes. De hecho en la laguna de El Oso algunos amigos han visto especies poco habituales por aquí como correlimos zarapitín, chorlito gris, correlimos tridáctilo o fumarel cariblanco (no he podido ver ninguno de ellos esta vez).
Los días que he salido han estado muy animados en algunos puntos. El limícola que más nos ha hecho disfrutar por calidad de observación y por cantidad han sido los chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula). De ellos pudimos contar una tarde 25 ejemplares (posiblemente más pues la hierba está muy alta en la zona más propicia) en la laguna de El Oso y otra de ellas pudimos disfrutar como pocas veces pasa en la provincia de 8 de ellos observados a placer y a escasos metros en un lavajo morañego. Es éste un limícola espectacular en plumaje nupcial con una preciosa máscara negra, un pico bicolor donde el naranja brilla, naranja que también cubre sus patas. Pensar que en nada estarán en las lejanas tierras del norte de Europa tras descansar y cargar pilas en nuestras lagunas y lavajos hace que me emocione cuando los tengo delante.
Con ellos habían llegado algunos otros patifinos a la laguna o a los lavajos. Otros de los que pudimos disfrutar cerca, que eso es mucho decir pues normalmente vemos los limícolas lejísimos, fueron dos correlimos comunes (Calidris alpina) que lucían un plumaje casi nupcial donde ya predominaban los marrones del dorso y en uno de ellos la llamativa tripa negra. No pararon de hundir su pico largo y ligeramente curvado en el fondo del lavajo, donde está el limo en el que se esconden los invertebrados que buscan en estas paradas de repostaje antes de seguir camino a sus zonas de cría en latitudes mas septentrionales que las nuestras.
Junto a ambas especies que están de parada en su viaje migratorio estaban tres especies que crían entre nosotros. Las omnipresentes cigüeñuelas comunes (Himantopus himantopus) son las campeonas en número en algunos de esos puntos pues poca masa de agua no alberga al menos una pareja de estas minicigüeñas de patas largas y rojas y pico negro que monta una algarabía muy sonora cada vez que sale volando asustadas.
Con ellas estaban los primos más cercanos de los hiaticula, los chorlitejos chicos (Charadrius dubius) con su bonito anillo ocular y los tonos ocres de un plumaje que se confunde facilmente con el terreno arenoso donde les gusta estar cuando el agua no les moja las patas.
Por último otro de los chicos. En este caso el Andarríos chico (Actitis hypoleucos), un habitual de nuestras zonas húmedas donde le gusta recorrer las orillas balanceando su cuerpo en un movimiento hipnótico que solo rompe cuando sale volando y aletea de una manera muy reconocible dejando ver su franja alar característica.
Gracias por seguir el blog
Saludos abulenses
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