Al menos de manera temporal. Así estaba esta preciosa Collalba Rubia (Oenanthe hispanica). Y es que dos ejemplares de este bonito túrdido nos controlaban a todos los que íbamos o veníamos hacia una de las siete puertas que defendían la villa de Sepúlveda en tiempos medievales. Es éste uno de los rincones más impresionantes de mi pequeño paraíso no solo por que la puerta se mantiene en pie , sino porque por ella se abren las primeras Hoces que el Duratón a horadado en los páramos segovianos, a las que se llegan tras recorrer la calzada romana que unía a Sepúlveda con la cercana ciudad romana de Confloenta (otro de los atractivos que hacen la visita imprescindible) .
La Collalba Rubia está inmersa en el inicio de su viaje transahariano después de haber sacado adelante a sus crías en nuestro territorio donde vuelve con la primavera para establecerse en gran parte de la Península (solo falta en el extremo norte) siendo más habitual en la región mediterránea. Durante el paseo que dimos esa mañana (que muy especial por la compañía del mejor amigo y de la prima de Eneko) vimos multitud de especies con varios bandos de Abejarucos (Merops apiaster) cantando sobre nosotros, con los Paamoscas Cerrojilos (Ficedula hypoleuca) luciendo su mano, la pareja de Alimoches (Nephron percnopterus), los omnipresentes Buitres Leonados (Gyps fulvus) o el espectacular Roquero Solitario (Monticola solitarius). Una mañana muy bonita





No hay comentarios:
Publicar un comentario